Nació sobre el oasis de Ghouta en el desierto de Siria hace más de 12.000 años y hoy es considerada la ciudad más antigua del mundo aún habitada: Damasco, capital de Siria, es un paraíso terrenal que alberga en su suelo vida, cultura e historia.
La historia de Damasco es también de la civilización misma. Ha sido aramea, asiria, griega, romana, persa, árabe, mongol, mameluca y otomana. Muestra evidente de ello son los innumerables monumentos históricos y religiosos que envuelven la mística de esta región y se mezclan con los habitantes de diferentes culturas que en ella conviven pacíficamente.
Las primeras pruebas de la existencia de Dimashq, su nombre en árabe, datan de textos de hace más de cuatro milenios y medio. Además cuenta la leyenda que Mahoma, en su camino hacia la Meca, observó la ciudad desde la montaña pero no quiso entrar porque sólo quería visitar el paraíso una vez: al morir.
Damasco se divide en dos ciudades, la Ciudad Nueva, provista de modernas construcciones y la Ciudad Vieja, en cuyo patio de más de 612 metros cuadrados se señala el punto equidistante entre Constantinopla y la Meca. Esta ciudad es pródiga en mercados, monumentos, palacios y mezquitas. Actualmente se pueden contar cerca de 700 mezquitas de diversas épocas, que son fuente de admiración histórica y arquitectónica, y lugares ideales para el descanso y la oración.
Entre los lugares que no puedes dejar de visitar en Damasco encontramos a la Mezquita de los Omeyas o Gran Mezquita; al zoco o mercado al-Hamidiyya; el Mausoleo de Salah al-Din; el Monte Qasioun; entre otros.