La desertificación, considerada como uno de los principales problemas ambientales del planeta, es un proceso de degradación ecológica de los ecosistemas de las tierras por el cual disminuye y finalmente desaparece la vegetación convirtiendo los suelos fértiles y productivos en terrenos áridos e improductivos.
Causas
La desertificación es el resultado de diversos factores climáticos y humanos. Se produce a consecuencia de las actividades de cultivo y pastoreo excesivos y el cambio climático.
Las causas de la desertificación son la deforestación, las malas prácticas agrícolas y ganaderas, la sobreexplotación de acuíferos, la sobreirrigación y la reducción de las precipitaciones que dan como resultado la erosión de los suelos, la salinización de las tierras y la sequía en los terrenos.
Consecuencias
La desertificación conlleva a la destrucción de la biodiversidad, a la disminución de la producción agrícola y a generar pobreza en las comunidades locales.
Ejemplos
Entre algunas de las zonas con desertificación más intensas encontramos a: Madagascar, la región africana del Sahara, España, la Patagonia Argentina, Túnez, la Selva Amazónica, Uzbekistán, Kazajistán, Estados Unidos y Australia.
Soluciones
Uno de los métodos para recuperar terrenos desertizados es la reforestación progresiva, que consiste en introducir especies de plantas que soporten los niveles de sequía en la zona, aumentando los niveles de humedad y progresivamente introduciendo nuevas especies ganando terreno sobre las zonas afectadas.
Otro procedimiento es la lluvia artificial basada en la denominada isla de calor, definida como región de una determinada superficie con una temperatura significativamente superior a la de sus alrededores, en la cual se atrapa el vapor de agua contenido en la atmósfera, donde empieza a condensarse para, a continuación, provocar precipitaciones.
Asimismo se recomienda apostar por prácticas sostenibles como la agricultura ecológica, con cultivos de cobertura o de rotación y el pastoreo rotativo.